Para este ejercicio quise visitar un lugar diferente a los que estoy acostumbrada a ver, un rinconcito en el gran Santiago que pareciera estar alejado de lo frío e impersonal que se torna muchas veces. En la monotonía que me generaban los grandes y modernos edificios, busque este patio interior.
El perímetro se encontraba protegido por una serie de pilares que era parte de la antigua construcción, y el patio se estructuraba de acuerdo a una distribución geométrica de caminos de tierra y elementos vegetales. Cada planta, arbol o flor que ahí se encontraba contribuía de manera especial para tornar el lugar acogedor.
Los árboles de gran altura producian una cubierta parcial, las hojas de formas irregulares dejaban entrar sólo ciertos rayos de sol, y algunas flores complementaban el verde con algo de color.
Los pasillos principales confluyen a una pileta, en el agua se reflejan los rayos de sol. Estos pasillos ordenan el espacio, ya que se logra visualidad mas lejana , a diferencia de los costados que se ven colmados de verde.
Entre unos árboles hay una estructura metálica que contiene pájaros. Esta no rompe la armonía del lugar ya que su aspecto antiguo y deteriorado se mimetiza con la naturalidad del espacio.
Lugar: Patio interior museo San Francisco
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